Descubre cómo los forasteros rinden homenaje en Día de Muertos con un impresionante altar único

El Día de Muertos traspasa fronteras

La celebración del Día de Muertos, una tradición colorida y única de México, ha ganado reconocimiento internacional. Esta festividad, que honra a los seres queridos que han fallecido, ha captado la atención de personas de diferentes nacionalidades que han adoptado y adaptado la tradición a su propio contexto cultural.

La influencia de las redes sociales

Las redes sociales han jugado un papel crucial en la difusión de esta tradición. En TikTok, por ejemplo, se han compartido videos de jóvenes de diferentes países replicando la ofrenda del Día de Muertos para sus mascotas, utilizando elementos que encontraron en su hogar. Estos videos han recibido comentarios positivos y han inspirado a otros a interesarse en la tradición. Frases como Hermana, ya eres mexicana, Esta me parece la tradición más linda, me gustaría poder hacerla también aquí en Colombia con mucho respeto hacia los mexicanos, y Yo soy de Argentina y este año le hice si altar a mi bebé para que me visite, reflejan la aceptación y el respeto hacia esta tradición mexicana.

Significado de la ofrenda del Día de Muertos

La ofrenda del Día de Muertos es una mezcla cultural entre europeos e indígenas. Según el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (IPNI), los europeos aportaron flores, ceras, velas y veladoras para los muertos, mientras que los indígenas añadieron el sahumerio con su copal y la comida y la flor de cempasúchil (Zempoalxóchitl). Cada elemento en la ofrenda tiene un significado diferente, por ejemplo, el agua se ofrece para que las ánimas mitiguen su sed después de su largo recorrido y para que fortalezcan su regreso. Las velas representan la luz y la guía para que las ánimas puedan llegar a sus antiguos lugares y alumbrar el regreso a su morada.

La ofrenda como un ritual de memoria y conexión

La ofrenda es mucho más que un simple ritual. Es una forma de convocar la memoria de los seres queridos que han fallecido y compartir con ellos el pan, la sal, las frutas, los manjares culinarios, el agua y hasta la música. También es parte de la tradición llevar flores y veladoras al panteón del difunto, incluso algunos se quedan toda la noche en el campo santo y comparten anécdotas, canciones, comida, honrando la memoria de la persona que ya no está en este mundo. Es una forma distinta de ver la muerte, no como un final, sino como un ciclo de vida que continúa en otro plano.

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