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La devoción a la Medalla Milagrosa surge en el siglo XIX, cuando la Virgen se le apareció a Sor Catalina Labouré, una religiosa francesa perteneciente a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. En una de las apariciones, la Virgen mostró a Sor Catalina la medalla y le dijo que la hiciera acuñar y difundir. La medalla lleva la inscripción Oh, María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti y representa a la Virgen rodeada de una aureola con las palabras María Concebida sin Pecado, Ruega por Nosotros que recurrimos a Ti. Desde entonces, la devoción a la Medalla Milagrosa se ha extendido por todo el mundo.
Desde su revelación a Sor Catalina Labouré, la Medalla Milagrosa ha sido difundida ampliamente. En el otoño de 1834, ya había más de 500.000 medallas en circulación, y en 1835, más de un millón en todo el mundo. A la muerte de Sor Catalina en 1876, se contaban más de mil millones de medallas. Estos números muestran la rápida propagación de la devoción a la Medalla Milagrosa y el impacto que ha tenido en la fe de los católicos. Además, los milagros atribuidos a la intercesión de la Virgen a través de la medalla han contribuido a su popularidad y devoción. La Medalla Milagrosa ha sido una preparación para la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, que se produjo 24 años después de su revelación.