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Para el tratamiento de las enfermedades coronarias en muchas ocasiones es necesario realizar una cirugía para que los pacientes puedan sobrevivir. Las dos posibles opciones son la cirugía de stent y la de bypass, y a pesar de que ambas muestran buenos resultados, son dos procedimientos que tienen sus diferencias.
En estudios recientes, se ha comprobado que el uso de uno u otro método dan resultados muy similares en un período de 3 años desde la cirugía. Se estima que los pacientes que pueden tener un riesgo de muerte por ataque al corazón o accidente cerebrovascular del 9,2% con un bypass o de un 9,3% con un stent.
A continuación, vamos a conocer las diferencias que nos encontraremos entre ambas técnicas, y así podrás comprender mejor cada procedimiento.
Las arterias en nuestro cuerpo pueden obstruirse por placas que acumulan colesterol, disminuyendo el flujo de sangre que circula por ellas. Esto puede generar patologías más graves, que pueden terminar por producir obstrucciones que llevan al ataque cardíaco.
Los stent son tubos metálicos, cilíndricos, siendo una especie de muelles o de alambres enrollados, los cuales se eligen de acuerdo al tamaño de las arterias. En una misma cirugía se pueden poner más de uno, dependiendo del tipo de cirugía que necesite la persona.
El objetivo de estos tubos metálicos es desobstruir cualquier arteria del cuerpo, y son utilizadas frecuentemente en las coronarias. Sin embargo, también se pueden utilizar en las femorales, ilíacas o para las carótidas.
Es bastante frecuente su colocación, y están hechos a base de aleaciones metálicas, y el más actual es la aleación cromo platino. Estas aleaciones son biocompatibles, por lo que el cuerpo no rechaza este tipo de materiales, y en los primeros meses se deben tomar anticoagulantes para evitar la formación de trombos.
Para la colocación de los stent se pinchará una vena o una arteria para introducir un catéter, y en su extremo distan hay un balón desinflado. El objetivo es que el catéter llegue hasta la zona coronaria obstruida, bien sea desde una arteria de la ingle o de la muñeca, para que allí se infle el balón para deshacer la obstrucción.
De esta forma, los filamentos metálicos del stent se expanden y abren, colocándose sobre la pared del vaso sanguíneo. Cuando el stent está en su posición se procede a desinflar el balón y luego se procede a sacarlo. Esto la convierte en una intervención que es poco invasiva y normalmente no precisa de anestesia, y los stent duran toda la vida, por lo que únicamente se realizará la cirugía una vez.
Esta es una intervención que es más invasiva, porque consiste en tomar un vaso sanguíneo de otra parte del cuerpo para hacer un puente en una arteria obstruida. En esta cirugía no se elimina la obstrucción, simplemente se salta para que la sangre pueda circular de forma normal.
Esta cirugía es más antigua, y estas suelen realizarse cuando existen obstrucciones totales de las arterias. También se pueden hacer cuando hay que poner más de un stent en una intervención, pero esta sigue siendo bastante compleja.
La técnica que implica la cirugía de bypass es más invasiva, e implica abrir el tórax, y tomar parte de una arteria o vena de otra parte del cuerpo. Por este motivo, es una cirugía que actualmente se reserva únicamente para casos especiales, y se hace en 2 a 3 de cada 10 pacientes.
Los bypass son muy diferentes dependiendo de donde se realicen, porque los de la arteria mamaria o la radial duran toda la vida. Pero los que se realizan con las venas safenas tienen una durabilidad limitada, y a partir de los 10 a 15 años se enferman y más allá de los 20 años es poco probable que esté abierto y enferme.
Una diferencia crucial entre ambas técnicas es el tiempo de intervención, porque con los stent a las horas o al día siguiente los pacientes pueden estar en casa. Sin embargo, en un bypass, al ser una cirugía más invasiva, se necesitará una estancia hospitalaria mayor a 3 días, y se tendrán más molestias.