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El actual modelo agrario, intensivo en el uso de tierras, es uno de los principales responsables de la pérdida de biodiversidad. Sin embargo, este sector también es víctima de este fenómeno. La deforestación, la contaminación, la sobrepesca y la contribución a la crisis climática son solo algunas de las repercusiones del sistema agroindustrial de producción de alimentos. La profesora Marta Tafalla, de la Universitat Autònoma de Barcelona, advierte sobre la gravedad de la pérdida de biodiversidad, que considera tan o más seria que el cambio climático. Según Tafalla, la sexta extinción masiva de especies complica aún más el desafío de alimentar a los aproximadamente 8.000 millones de personas en el mundo.
Tafalla señala que la dieta basada en animales es un problema, ya que estamos reemplazando la fauna salvaje por ganado. Propone una solución: adoptar una dieta mayoritariamente vegetal y promover la resilvestración, es decir, permitir que la vida salvaje se gestione por sí misma en ciertos territorios extensos. Si todos los seres humanos adoptáramos una dieta vegana, la cantidad de suelo que necesitaríamos para producir alimentos se reduciría en un 75% y podríamos devolver esta tierra a la vida salvaje, sostiene Tafalla.
Juan Carlos García-Cebolla, exdirector del equipo de Derecho a la Alimentación de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), reconoce que aunque sabemos lo que hay que hacer para enfrentar estos problemas, la tarea es complicada. Uno de los desafíos más importantes es compartir de manera equitativa un planeta con recursos limitados, asegurando a todos un mínimo de derechos. Para ello, García-Cebolla propone un pacto universal de derechos económicos, sociales y culturales, que incluya el derecho a una alimentación adecuada.
Gustavo Duch, escritor y miembro del equipo editor de la revista, argumenta que la solución al desafío de alimentar al mundo sin sobrepasar los límites del planeta no es producir más alimentos. Según él, esto solo alimentaría a los mercados y al capitalismo, sin erradicar el hambre en el mundo. Duch sugiere reinventar la forma en que habitamos el mundo, ruralizando el planeta, valorando nuevamente la figura del campesino, del ganadero y del pastor, y aplicando técnicas agroecológicas que imiten lo que ya funciona en la naturaleza.