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En los últimos años, Europa del Este se ha convertido en el epicentro de los ataques y la intolerancia hacia la comunidad LGTBI. Países como Rusia, Hungría y Polonia han promulgado leyes y políticas que restringen los derechos de las personas LGTBI y fomentan el discurso de odio. El Tribunal Supremo ruso declaró recientemente extremista al movimiento LGTBI, lo que permite la persecución de cualquier persona considerada miembro de este colectivo. Putin ha defendido estas medidas argumentando que su país está luchando contra un supuesto colonialismo occidental que busca acabar con la cultura rusa a través de la aceptación de la diversidad sexual y de género. A medida que nos desplazamos hacia el Este de Europa, estos discursos de odio ganan visibilidad y los derechos del colectivo LGTBI disminuyen, incluso dentro de la Unión Europea.
Polonia ha sido uno de los países más afectados por la intolerancia hacia la comunidad LGTBI. Durante años, el gobierno del partido ultraconservador Ley y Justicia promovió una retórica antigénero y declaró más de 100 localidades como zonas libres de ideología LGBTI. Esto llevó a la Comisión Europea a iniciar un procedimiento de infracción contra el país. Sin embargo, recientemente, la coalición progresista liderada por Donald Tusk ha desbancado al partido ultraconservador del poder. A pesar de esto, la socióloga Elżbieta Korolczuk sostiene que el caso polaco es un ejemplo de cómo los partidos populistas de derecha han logrado ampliar su apoyo adoptando un discurso antigénero. Esta alianza entre los partidos y los movimientos antigénero ha sido una de las claves en la difusión del odio contra la comunidad LGTBI en Europa del Este. Aunque la aceptación de la comunidad LGTBI está aumentando en Europa, los partidos populistas de derecha están redirigiendo su discurso hacia otros temas, como la migración, para promover políticas anti-migración e islamófobas.